La laguna de Iguaque, caracterizada por su paisaje frío, alguna vez se llenó de flores y plantas de colores, el agua comenzó a burbujear como si hirviera y apareció una hermosa mujer delgada, de cabello largo y esbelta. En su brazo derecho tenía un niño de cinco años. Caminaron sobre el agua hasta la orilla. Eran Bachué y su hijo, venían a poblar la tierra.
Cuando el niño creció y fue un hombre contrajo matrimonio con Bachué, tuvieron muchos hijos, pues en cada parto tenía cuatro, cinco, seis hijos y hasta más. Primero se instalaron en la sabana y después recorrieron todo el imperio Chibcha. Poblaron cada rincón con sus hijos. Ella enseñó a sus hijos a tejer, construir bohíos, amasar el barro, cultivar y trabajar los metales. Su esposo entrenó guerreros y les enseñó los valores de la vida.
Cuando Bachué consideró que la tierra estaba lo suficientemente poblada, dispuso todo para volver a la laguna de Iguaque. Acompañada por una multitud, regresó al sitio del que salió y en compañía de su esposo se lanzó al agua y desaparecieron.
Tiempo después Bachué y su esposo se convirtieron en una serpiente que salió a la superficie y la recorrió en presencia de todos, dejando como mensaje que siempre los acompañarían.
La laguna de Iguaque se convirtió en un lugar sagrado y allí se celebraban ceremonias en honor a Bachué.
La sociedad chibcha se rigió por el matriarcado; por eso el nombre del esposo es desconocido. La mujer era la encargada de transmitir las tradiciones y costumbres a los descendientes. Ella era considerada una diosa, pero además una maestra, a quien debían el tipo de organización, las tradiciones y valores de su cultura.
Comunidad: Muisca
Región: Andina
Fuente: Castillo, A.; Uhía, A. 2009. Mitos y leyendas colombianas. Grupo Editorial Educar. 165 p.
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