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Nirsha Borda

Leer es la puerta a mundos nuevos

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lunes, 16 de septiembre de 2013

EL MITO

Definir qué es un mito no es tarea fácil. La definición de la Real Academia de la Lengua, señala que el mito es una “narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico. Con frecuencia interpreta el origen del mundo o grandes acontecimientos de la humanidad.”
Los mitos son relatos que cuentan cómo se crearon los cielos, de dónde provienen los vientos o cómo nacen los propios dioses; los mitos nos transportan a un tiempo sagrado distinto al nuestro.
Se caracterizan los tener como temas: la creación, el origen, la vida y la muerte.

Tipos de Mitos
* Cosmogónicos, explican la creación del mundo.
* Teogónicos, relatan el origen de los dioses.
* Antropogénicos, narran la aparición del hombre,animales y cosas en el planeta.
* Morales, explican el origen del bien y del mal.
* Escatológicos, anuncian el futuro, generalmente el fin del mundo.

 Mito de los dioses griegos


Estructura del mito
La estructura del mito — como toda obra perteneciente a un sub género narrativo — presenta inicio de la obra, nudo y desenlace.
- Inicio, presenta a los personajes, en su mayoría deidades y héroes de épocas antiguas.
- Nudo, surgen los acontecimientos fabulosos, los conflictos entre dioses y mortales.
- Desenlace, final de los eventos, que generalmente conmueve a los lectores.

LA NOVELA

La novela (del italiano novella, noticia) es una obra literaria en prosa en la que se narran acciones y cuyo fin es causar placer estético a los lectores.
   
CARACTERÍSTICAS
- Una narrativa extensa: las novelas tienen muchas páginas. 
- Elementos fantásticos: algunas obras pueden basarse en la vida real, pero contienen bastante ficción.
- Varias historias: una novela gira en torno de un argumento, pero en el desarrollo de la misma puede o no contener más historias.
- Prosa: las novelas están escritas en prosa.
- Elementos: en la narración se emplea con abundancia la descripción y el diálogo, figuras literarias y otros.
- Estilo: cada novela posee la marca personal del autor que la escribe.


ESTRUCTURA
* Introducción, inicio o planteamiento: La parte inicial de la historia, donde se presentan todos los personajes, su caracterización y sus propósitos. 
* Desarrollo o nudo: Es la parte donde se presenta el conflicto o los problemas de la historia, toman forma los eventos y los hechos más importantes. 
* Desenlace o final: Parte donde se suele dar el clímax, la solución a la historia o historias y finaliza la narración. 

CLASIFICACIÓN
Novela bucólica o pastoril. Escrita con tono de sencillez e inspiración casta. En ella se idealizan personajes y el ambiente. Antiguamente usado en Grecia. Autor representativo: Longo, escribió Dafnis y Cloe, trata sobre los amores de dos pastores.


* Novela bizantina.De origen griego, caracterizada por la acumulación inverosímil de aventuras y episodios, viajes y naufragios, hallazgos y desapariciones. Autor representativo: Cervantes, Perciles y Segismunda.

* Novela satírica. De origen romano, trata temasy personajes con tono burlesco.Autor representativo:  Petronio, Satiricón; relata los más íntimos detalles de la corrompida sociedad romana.

* Novela picaresca. Refiere la vida pintoresca de los truhanes, hampones, tahúres, vagabundos, en una palabra: pícaros. Obra representativa: "Lazarillo de Tormes" de autor desconocido.

* Novela aventuras. Extensas narraciones cuyo protagonista es un personaje que profesa el ideal caballeresco, la defensa de los débiles y desvalidos. De fines de Edad Media. Obra representativa: Amadís de Gaula.

* Novela gótica. Se cultivo en el siglo XVIII se caracteriza por el eclesiastismo romántico y lo arquitectónico: ruinas, iglesias, monasterios, etc. pertenece a un tipo de relatos de misterio y de terror, cuya intriga se desarrolla en un viejo castillo gótico, en el suceden acontecimientos extraños e inquietantes. Obra representativa: El conde de Salisburry, de Thomas Leland.

* Novela histórica.Narra argumentos o temas reales, sucedidos en el pasado con respecto a la época en que se escribe. Obras representativas: Quo Vadis de Enrique Sienkiewiez y Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós.

* Novela policiaca. Es un tipo de relato en el que se narra la historia de un crimen, cuyo autor se desconoce y en el que, a través de la investigación (llevada a cabo, normalmente por un detective), se logra descubrir al culpable o culpables. Autores representativos: A. Conan Doyle creador del detective privado Sherlock Holmes y Agata Christie que configura al detective Hercules Poirot.

* Novela sentimental.Presentan asuntos excesivamente tiernos y lacrimosos, se exalta la naturaleza, el amor, la ingenuidad, la pasión y la melancolía.

* Novela psicológica. Describe sobre todo los conflictos espirituales, es decir, psicológicos. Las reacciones espirituales de los personajes, que son analizados minuciosamente. Autores representativos: el escritor ruso Dostoievsky y al francés Stendhal.

* Novela realista y de costumbres. Se presentan conductas humanas de personajes y tipos analizados en su contexto histórico y entorno social, como representantes significativos de un grupo humano y de su esquema de valores en el marco de una sociedad concebida como totalidad. Entre las novelas de costumbres hay algunas de gran valor como las de . Autores representativos: Charles Dickens, Emilio Zola.

* Novela biográfica. Relata la vida de los grandes hombres o héroes como seres corrientes y los lleva desde la cuna hasta la cima de la gloria y luego hasta la tumba. Sus más calificados representantes son: André Maurois, Stefan Zweig, Emil Ludwing.

* Novela Contemporánea o actual. La novela moderna presenta temáticas variadas, no presenta una estructura lineal,es atemporal y hace uso de diferentes técnicas de escritura y abundantes figuras literarias.
En la novela tradicional había "héroes", los protagonistas de hoy son seres del montón a menudo difíciles de comprender, incapaces de todo lo elevado, aprisionados por las circunstancias y en desacuerdo consigo mismos.



MITO MAYA

POPOL VUH
El Popol Vuh es una recopilación de relatos de grupos étnicos, descendientes de los antiguos mayas que ocupaban el territorio Guatemalteco (los quiche y los cakchiquel). Fue escrito poco después de la conquista española por un indio quiche que aprendió a leer y escribir el idioma castellano. Contiene las ideas cosmogónicas y las antiguas tradiciones de este pueblo americano, la historia de sus orígenes y la cronología de sus reyes, hasta el año 1550.
El Popol Vuh cuenta que, el mundo era nada hasta que los dioses, el Gran Padre (creador) y la Gran Madre (hacedora de formas) decidieron generar la vida. La intención de ambos era ser adorados por sus propias creaciones. Primero crearon la Tierra,los animales y, finalmente, los hombres. También habla de las hazañas de los hermanos, Hunahpú e Ixbalanqué. (Nirsha Borda L.)


LA CREACIÓN DEL MUNDO

Al principio no existía nada, solo estaba el mar en calma y el cielo en toda su extensión solamente había inmovilidad y silencio en la oscuridad de la noche, solo el creador Tepeu, Gucumatz. Meditaron junto a otros dioses y se pusieron de acuerdo para hacer aparecer al hombre, dispusieron la creación de árboles y bejucos el nacimiento de la vida y del hombre. Dispusieron separar el agua de la tierra, la noche y el día.
Hicieron a los animales pequeños del monte, los guardianes de todos los bosques, los genios de la montaña, los venados, los pájaros, luego designaron la morada a los pájaros pequeños y a las aves mayores. Estando terminada la creación de todos los cuadrúpedos y las aves, les fue dicho por el Creador y el Formador y los Progenitores que hablaran cada uno según su especie, que invocaran a sus dioses. Pero se dieron cuenta que no era posible que los anímale invocaran sus nombres. Por esta razón fueron sacrificadas sus carnes y fueron condenados a ser comidos y matados los animales que existen sobre la faz de la tierra.
Hubo que hacer un nuevo ensayo de crear y formar al hombre por el Creador, el Formador y los Progenitores. Hicieron al hombre de tierra y se dieron cuenta que no podría multiplicarse. Luego lo hicieron de madera y se dieron cuenta que hablaban pero no tenían sentimientos. Los hombres de madera fueron destruidos por una inundación, por un gran diluvio. Esto fue para castigarlos porque no habían pensado en su madre, ni en su padre. Y por este motivo se obscureció la faz de la tierra y comenzó una lluvia negra, una lluvia de día, una lluvia de noche. Llegaron entonces los animales grandes y pequeños, los perros, las aves de corral a comérselos porque los hombres les trataban mal y les hacían mucho daño, así fue la ruina de los hombres que habían sido creados y formados, de los hombres hechos para ser destruidos y aniquilados: a todos les fueron destrozadas las bocas y las caras. Y dicen que la descendencia de aquellos son los monos que existen ahora en los bosques; éstos son la muestra de aquellos, porque sólo de palo fue hecha su carne por el Creador y el Formador. Y por esta razón el mono se parece al hombre, es la muestra de una generación de hombres creados, de hombres formados que eran solamente muñecos y hechos solamente de madera.


Entonces se dispusieron a hacer al hombre, a los que lo iban a sustituir, lo hicieron de mazorcas de maíz amarillas y blanco. Fue así como hicieron la carne y la sangre del hombre. Los nombres de los primeros hombres que fueron creados eran Balam-Qutze, Balam-Acab, Mahucutha e Iqui-Balam, estos hombres no tuvieron padre y madres solo fueron hechos. Fueron dotados de gran inteligencia, eran tan poderosos. Y a los creadores Tepeu y Gucumatz no les gusto eso porque se igualaban a ellos, entonces el corazón del cielo echo un vaho sobre los ojos, sus ojos se velaron y solo pudieron ver lo que estaba cerca. Así fue destruida su sabiduría. Las mujeres de Balam-Qutze, Balam-Acab, Mahucutha e Iqui-Balam fueron hechas durante el sueño de estos. Ellos engendraron a los hombres, a las tribus pequeñas y grandes, fueron el origen de la gente Quiche. Existieron tres grupos; pero no olvidaron el nombre de sus padres y sus abuelos, y se multiplicaron más allá en oriente.

MITO QUECHUA

                                        EL ORIGEN Y LA CREACIÓN
En el mito de la creación del mundo, Viracocha, realizó la construcción de todo lo visible e invisible.
Viracocha comenzó su obra creadora en las orillas del lago Titicaca, en Tiahuanaco, tallando en piedra las figuras de los dos primeros seres humanos, del primer hombre y la primera mujer, es decir, los cimientos de su trabajo. Al darle nombres a las estatuas, éstas cobraban vida, pero en la oscuridad, porque todavía el dios no había dado luz a la tierra.
El mundo de aquí todavía estaba en tinieblas; Viracocha postergaba la creación de un mundo completo, al nacimiento de los seres humanos que iban a disfrutarlo. Pero una vez que estuvo satisfecho con los humanos que había creado, prosiguió su proyecto, poniendo en su lugar al Sol, a la Luna, y a las estrellas, hasta cubrir toda la bóveda celestial. 

Después, dejó atrás Tiahuanaco y se dirigió al norte y, desde allí, llamó a su lado a las criaturas que acababa de engendrar. Antes de partir, delegó las tareas secundarias de la creación en sus dos ayudantes, Toca pu Viracocha e Imaymana Viracocha, quienes inmediatamente se dirigieron hacia el este y el oeste de los Andes, para dar vida y nombre a todas las plantas y los animales que iban haciendo aparecer sobre la tierra, en una hermosa misión auxiliar de la realizada antes por Viracocha. Cuando terminaban la misión encomendada por el Dios Creador del Universo de los incas, llegaron a la orilla del mar, y se perdieron en sus aguas.

Pero cuando Viracocha llamó a los recién nacidos, nadie acudió. Entonces se encontró solo y triste por la desobediencia de sus hijos y para que entendieran quién mandaba sobre el mundo, envió una devastadora lluvia de fuego como castigo y purificación, para hacerles recordar su poder y para encaminar a los soberbios humanos. La lluvia de fuego que salió de las entrañas de la tierra, a través de los volcanes de Cacha, aterrorizó a los humanos. Al ver que su conducta había causado la destrucción de su maravilloso mundo, poniendo en peligro su propia existencia, y arrepentidos de sus faltas, imploraron humildemente perdón ante su buen Dios Viracocha. Éste se sintió satisfecho al comprobar que había logrado escarmentar a sus criaturas, haciéndoles tomar conciencia de que todo aquello que habían recibido gratuitamente podían perderlo por la sola voluntad del Dios Creador.
Con los humanos agrupados a su alrededor, Viracocha se dirigió a un lugar llamado Cosco (la posterior Cuzco), donde estableció su primer reinado, dando a uno de los arrepentidos hombres el mando de la primera ciudad y del primer imperio que existió sobre el planeta. Este primer jefe, el primer Inca designado directamente por la divinidad fue el legendario Allca Huisa, el generador de la larga y poderosa estirpe de los incas.

(Mitología Inca. Soledad Cachuan. Gradifco. 2.005)

NOVELA CORTA

                             LA CORNETA DE LLAVES (Pedro Antonio de Alarcón)
I
Don Basilio, ¡toque V. la corneta, y bailaremos! Debajo de estos árboles no hace calor...
--Sí, sí..., D. Basilio: ¡toque V. la corneta de llaves!
--¡Traedle a D. Basilio la corneta en que se está enseñando Joaquín!
--¡Poco vale!...--¿La tocará V., D. Basilio?
--¡No!
--¿Cómo que no?
--¡Que no!
--¿Por qué?
--Porque no sé.
--¡Que no sabe!...--¡Habrá hipócrita igual!
--Sin duda quiere que le regalemos el oído...
--¡Vamos! ¡Ya sabemos que ha sido V. músico mayor de infantería!...
--Y que nadie ha tocado la corneta de llaves como V...
--Y que lo oyeron en Palacio..., en tiempos de Espartero...
--Y que tiene V. una pensión....
--¡Vaya,[14-9] D. Basilio! ¡Apiádese V.!
--Pues, señor.... ¡Es verdad! He tocado la corneta de llaves; he sido una... una _especialidad_, como dicen ustedes ahora...; pero también es cierto que hace dos años regalé mi corneta a un pobre músico licenciado, y que desde entonces no he vuelto... ni a tararear.
--¡Qué lástima!
--¡Otro Rossini!
--¡Oh! ¡Pues lo que es esta tarde, ha de tocar usted!...
--Aquí, en el campo, todo es permitido....
--¡Recuerde V. que es mi día, papá abuelo!...
--¡Viva! ¡Viva! ¡Ya está aquí la corneta!
--Sí, ¡que toque!
--Un vals....
--No..., ¡una polca!...
--¡Polca!... ¡Quita allá! ¡Un fandango!
--Sí..., sí..., ¡fandango! ¡Baile nacional!
--Lo siento mucho, hijos míos; pero no me es posible tocar la corneta.
--¡Usted, tan amable!...
--Tan complaciente...
--¡Se lo suplica a V. su nietecito!...
--Y su sobrina....
--¡Dejadme, por Dios!--He dicho que no toco.
--¿Por qué?
--Porque no me acuerdo; y porque, además, he jurado no volver a aprender....
--¿A quién se lo ha jurado?
--¡A mí mismo, a un muerto, y a tu pobre madre, hija mía!
Todos los semblantes se entristecieron súbitamente al escuchar estas palabras.
--¡Oh!... ¡Si supierais a qué costa aprendí a tocar la corneta!...--añadió el viejo.
--¡La historia! ¡La historia! (exclamaron los jóvenes.) Contadnos esa historia.
--En efecto.... (dijo D. Basilio.)--Es toda una historia. Escuchadla, y vosotros juzgaréis si puedo o no puedo tocar la corneta....
Y sentándose bajo un árbol rodeado de unos curiosos y afables adolescentes, contó la historia de sus lecciones de música.
No de otro modo, _Mazzepa_, el héroe de Byron, contó una noche a Carlos XII, debajo de otro árbol, la terrible historia de sus lecciones de equitación.
Oigamos a D. Basilio.

II
Hace diez y siete años que ardía en España la guerra civil.
Carlos e Isabel se disputaban la corona, y los españoles, divididos en dos bandos, derramaban su sangre en lucha fratricida.
Tenía yo un amigo, llamado Ramón Gámez, teniente de cazadores de mi mismo batallón, el hombre más cabal que he conocido. Nos habíamos educado juntos; juntos salimos del colegio; juntos peleamos mil veces, y juntos deseábamos morir por la libertad. ¡Oh! ¡Estoy por decir que él era más liberal que yo y que todo el ejército!...
Pero he aquí que cierta injusticia cometida por nuestro Jefe en daño de Ramón; uno de esos abusos de autoridad que disgustan de la más honrosa carrera; una arbitrariedad, en fin, hizo desear al Teniente de cazadores abandonar las filas de sus hermanos, al amigo dejar al amigo, al liberal pasarse a la facción, al subordinado matar a su Teniente Coronel.... ¡Buenos humos tenía Ramón para aguantar insultos e injusticias ni al lucero del alba!
Ni mis amenazas, ni mis ruegos, bastaron a disuadirle de su propósito. ¡Era cosa resuelta! ¡Cambiaría el morrión por la boina, odiando como odiaba mortalmente a los facciosos!
A la sazón nos hallábamos en el Principado, a tres leguas del enemigo.
Era la noche en que Ramón debía desertar, noche lluviosa y fría, melancólica y triste, víspera de una batalla.
A eso de las doce entró Ramón en mi alojamiento.
Yo dormía.
--Basilio....--murmuró a mi oído.
--¿Quién es?
--Soy yo.--¡Adiós!
--¿Te vas ya?
--Sí; adiós.
Y me cogió una mano.
--Oye... (continuó); si mañana hay, como se cree, una batalla, y nos encontramos en ella....
--Ya lo sé: somos amigos.
--Bien; nos damos un abrazo, y nos batimos en seguida.
--¡Yo moriré mañana regularmente, pues pienso atropellar por todo hasta que mate al Teniente Coronel! En cuanto a ti, Basilio, no te expongas... La gloria es humo.
--¿Y la vida?
--Dices bien: hazte comandante... (exclamó Ramón.) La paga no es humo..., sino después que uno se la ha fumado.... ¡Ay! ¡Todo eso acabó para mí!
--¡Qué tristes ideas! (dije yo no sin susto.) Mañana sobreviviremos los dos a la batalla.
--Pues emplacémonos para después de ella...
--¿Dónde?
--En la ermita de San Nicolás, a la una de la noche.--El que no asista, será porque haya muerto.--¿Quedamos conformes?
--Conformes.
--Entonces.... ¡Adiós!...
--Adiós.
Así dijimos; y después de abrazarnos tiernamente, Ramón desapareció en las sombras nocturnas.

III
Como esperábamos, los facciosos nos atacaron al siguiente día.
La acción fué muy sangrienta, y duró desde las tres de la tarde hasta el anochecer.
A cosa de las cinco, mi batallón fué rudamente acometido por una fuerza de alaveses que mandaba Ramón.
¡Ramón llevaba ya las insignias de Comandante y la boina blanca de carlista!...
Yo mandé hacer fuego contra Ramón, y Ramón contra mí: es decir, que su gente y mi batallón lucharon cuerpo a cuerpo.
Nosotros quedamos vencedores, y Ramón tuvo que huir con los muy mermados restos de sus alaveses; pero no sin que antes hubiera dado muerte por sí mismo, de un pistoletazo, al que la víspera era su Teniente Coronel; el cual en vano procuró defenderse de aquella furia.
A las seis la acción se nos volvió desfavorable, y parte de mi pobre compañía y yo fuimos cortados y obligados a rendirnos....
Condujéronme, pues, prisionero a la pequeña villa de..., ocupada por los carlistas desde los comienzos de aquella campaña, y donde era de suponer que me fusilarían inmediatamente....
La guerra era entonces sin cuartel.

IV
Sonó la una de la noche de tan aciago día: ¡la hora de mi cita con Ramón!
Yo estaba encerrado en un calabozo de la cárcel pública de dicho pueblo.
Pregunté por mi amigo, y me contestaron:
--¡Es un valiente! Ha matado a un Teniente Coronel. Pero habrá perecido en la última hora de la acción....
--¡Cómo! ¿Por qué lo decís?
--Porque no ha vuelto del campo, ni la gente que ha estado hoy a sus órdenes da razón de él.
¡Ah! ¡Cuánto sufrí aquella noche!
Una esperanza me quedaba. Que Ramón me estuviese aguardando en la ermita de San Nicolás, y que por este motivo no hubiese vuelto al campamento faccioso.
--¡Cuál será su pena al ver que no asisto a la cita! (pensaba yo.) ¡Me creerá muerto! ¿Y, por ventura, tan lejos estoy de mi última hora? ¡Los facciosos fusilan ahora siempre a los prisioneros; ni más ni menos que nosotros!
Así amaneció el día siguiente.
Un Capellán entró en mi prisión.
Todos mis compañeros dormían.
--¡La muerte!, -exclamé al ver al Sacerdote.
--Sí, -respondió éste con dulzura.
--¡Ya!
--No: dentro de tres horas.
Un minuto después habían despertado mis compañeros.
Mil gritos, mil sollozos, mil blasfemias llenaron los ámbitos de la prisión.

V
Todo hombre que va a morir suele aferrarse a una idea cualquiera y no abandonarla más.
Pesadilla, fiebre o locura, esto me sucedió a mí. La idea de Ramón; de Ramón vivo, de Ramón muerto, de Ramón en el cielo, de Ramón en la ermita, se apoderó de mi cerebro de tal modo, que no pensé en otra cosa durante aquellas horas de agonía.
Quitáronme el uniforme de Capitán, y me pusieron una gorra y un capote viejo de soldado.
Así marché a la muerte con mis diez y nueve compañeros de desventura....
Sólo uno había sido indultado, ¡por la circunstancia de ser músico! Los carlistas perdonaban entonces la vida a los músicos, a causa de tener gran falta de ellos en sus batallones.
--Y ¿era V. músico, D. Basilio?--¿Se salvó V. por eso?--preguntaron todos los jóvenes a una voz.
--No, hijos míos.... (respondió el veterano.) ¡Yo no era músico!
Formóse el cuadro, y nos colocaron en medio de él....
Yo hacía el número once, es decir, yo moriría el undécimo.
Entonces pensé en mi mujer y en mi hija, ¡en ti y en tu madre, hija mía!
Empezaron los tiros.
¡Aquellas detonaciones me enloquecían!
Como tenía vendados los ojos, no veía caer a mis compañeros.
Quise contar las descargas para saber, un momento antes de morir, que se acababa mi existencia en este mundo.
Pero a la tercera o cuarta detonación perdí la cuenta.
¡Oh! ¡Aquellos tiros tronarán eternamente en mi corazón y en mi cerebro, como tronaban aquel día!
Ya creía oírlos a mil leguas de distancia; ya los sentía reventar dentro de mi cabeza.
¡Y las detonaciones seguían!
--¡Ahora!--pensaba yo.
Y crujía la descarga, y yo estaba vivo.
--¡Esta es!... me dije por último.
Y sentí que me cogían por los hombros, y me sacudían, y me daban voces en los oídos....
Caí... No pensé más... Pero sentía algo como un profundo sueño... Y soñé que había muerto fusilado.

VI
Luego soñé que estaba tendido en una camilla, en mi prisión.
No veía.
Llevéme la mano a los ojos como para quitarme una venda, y me toqué los ojos abiertos, dilatados.... ¿Me había quedado ciego?
No. Era que la prisión se hallaba llena de tinieblas.
Oí un doble de campanas..., y temblé.
Era el toque de _Animas_.
--Son las nueve.... (pensé.) Pero ¿de qué día?
Una sombra más obscura que el tenebroso aire de la prisión se inclinó sobre mí.
Parecía un hombre...
¿Y los demás? ¿Y los otros diez y ocho? ¡Todos habían muerto fusilados! ¿Y yo? Yo vivía, o deliraba dentro del sepulcro.
Mis labios murmuraron maquinalmente un nombre, el nombre de siempre, mi pesadilla....
--¡«Ramón!»
--¿Qué quieres?--me respondió la sombra que había a mi lado.
Me estremecí.
--¡Dios mío! (exclamé.)--¿Estoy en el otro mundo?
--¡No!--dijo la misma voz.
--Ramón, ¿vives?
--Sí.
--¿Y yo?
--También.
--¿Dónde estoy? ¿Es ésta la ermita de San Nicolás? ¿No me hallo prisionero? ¿Lo he soñado todo?
--No, Basilio; no has soñado nada. Escucha.

VII
Como sabrás, ayer maté al Teniente Coronel en buena lid. ¡Estoy vengado! Después, loco de furor, seguí matando..., y maté... hasta después de anochecido..., hasta que no había un cristino en el campo de batalla.
Cuando salió la luna, me acordé de ti. Entonces enderecé mis pasos a la ermita de San Nicolás con intención de esperarte.
Serían las diez de la noche. La cita era a la una, y la noche antes no había yo pegado los ojos. Me dormí, pues, profundamente.
Al dar la una, lancé un grito y desperté. Soñaba que habías muerto. Miré a mi alrededor, y me encontré solo. ¿Qué había sido de ti? Dieron las dos..., las tres..., las cuatro... ¡Qué noche de angustia! Tú no aparecías. ¡Sin duda habías muerto!
Amaneció.
Entonces dejé la ermita, y me dirigí a este pueblo en busca de los facciosos. Llegué al salir el sol.
Todos creían que yo había perecido la tarde antes.
Así fué que, al verme, me abrazaron, y el General me colmó de distinciones.
En seguida supe que iban a ser fusilados veintiún prisioneros. Un presentimiento se levantó en mi alma. ¿Será Basilio uno de ellos?, me dije.
Corrí, pues, hacia el lugar de la ejecución. El cuadro estaba formado. Oí unos tiros. Habían empezado a fusilar. Tendí la vista...; pero no veía...
Me cegaba el dolor; me desvanecía el miedo. Al fin te distingo. ¡Ibas a morir fusilado! Faltaban dos víctimas para llegar a ti. ¿Qué hacer? Me volví loco; dí un grito; te cogí entre mis brazos, y, con una voz ronca, desgarradora, tremebunda, exclamé:
--¡Éste no! ¡Éste no, mi General!
El General, que mandaba el cuadro, y que tanto me conocía por mi comportamiento de la víspera, me preguntó:
--Pues qué, ¿es músico?
Aquella palabra fué para mí lo que sería para un viejo ciego de nacimiento ver de pronto el sol en toda su refulgencia.
La luz de la esperanza brilló a mis ojos tan súbitamente, que los cegó.
--¡Músico (exclamé); sí..., sí..., mi General! ¡Es músico! ¡Un gran músico!
Tú, entretanto, yacías sin conocimiento.
--¿Qué instrumento toca?, -preguntó el General.
--El... la... el... el...; ¡si!... ¡justo!..., eso es..., ¡la corneta de llaves!
--¿Hace falta un corneta de llaves?--preguntó el General, volviéndose a la banda de música.
Cinco segundos, cinco siglos, tardó la contestación.
--Sí, mi General; hace falta, -respondió el Músico mayor.
--Pues sacad a ese hombre de las filas, y que siga la ejecución al momento, -exclamó el jefe carlista.
Entonces te cogí en mis brazos y te conduje a este calabozo.

VIII
No bien dejó de hablar Ramón, cuando me levanté y le dije, con lágrimas, con risa, abrazándolo, trémulo, yo no sé cómo:
--¡Te debo la vida!
--¡No tanto!--respondió Ramón.
--¿Cómo es eso?--exclamé.
--¿Sabes tocar la corneta?
--No.
--Pues no me debes la vida, sino que he comprometido la mía sin salvar la tuya.
Quedéme frío como una piedra.
--¿Y música? (preguntó Ramón.) ¿Sabes?
--Poca, muy poca....--Ya recordarás la que nos enseñaron en el colegio.
--¡Poco es, o, mejor dicho, nada! ¡Morirás sin remedio! ¡Y yo también, por traidor..., por falsario! ¡Figúrate tú que dentro de quince días estará organizada la banda de música a que has de pertenecer!
--¡Quince días!
--¡Ni más ni menos!--Y como no tocarás la corneta, (porque Dios no hará un milagro), nos fusilarán a los dos sin remedio.
--¡Fusilarte! (exclamé.) ¡A ti! ¡Por mí! ¡Por mí, que te debo la vida! ¡Ah, no, no querrá el cielo! Dentro de quince días sabré música y tocaré la corneta de llaves.
Ramón se echó a reír.

IX
--¿Qué más queréis que os diga, hijos míos?
En quince días... ¡oh poder de la voluntad! En quince días con sus quince noches (pues no dormí ni reposé un momento en medio mes), ¡asombraos!... ¡En quince días aprendí a tocar la corneta!
¡Qué días aquellos!
Ramón y yo nos salíamos al campo, y pasábamos horas y horas con cierto músico que diariamente venía de un lugar próximo a darme lección.
_¡Escapar!_... Leo en vuestros ojos esta palabra. ¡Ay! Nada más imposible! Yo era prisionero, y me vigilaban. Y Ramón no quería escapar sin mí.
Y yo no hablaba, yo no pensaba, yo no comía.
Estaba loco, y mi monomanía era la música, la corneta, la endemoniada corneta de llaves.
¡Quería aprender, y aprendí!
Y, si hubiera sido mudo, habría hablado.... Y, paralítico, hubiera andado.... Y, ciego, hubiera visto. ¡Porque _quería_!
¡Oh! ¡La voluntad suple por todo!--QUERER ES PODER.
_Quería_: ¡he aquí la gran palabra!
_Quería_..., y lo conseguí.--¡Niños, aprended esta gran verdad!
Salvé, pues, mi vida y la de Ramón. Pero me volví loco. Y, loco, mi locura fué el arte. En tres años no solté la corneta de la mano.
_Do-re-mi-fa-sol-la-si_; he aquí mi mundo durante todo aquel tiempo.
Mi vida se reducía a soplar. Ramón no me abandonaba. Emigré a Francia, y en Francia seguí tocando la corneta. ¡La corneta era yo! ¡Yo cantaba con la corneta en la boca!
Los hombres, los pueblos, las notabilidades del arte se agrupaban para oírme....
Aquello era un pasmo, una maravilla....
La corneta se doblegaba entre mis dedos; se hacía elástica, gemía, lloraba, gritaba, rugía; imitaba al ave, a la fiera, al sollozo humano... Mi pulmón era de hierro.
Así viví otros dos años más. Al cabo de ellos falleció mi amigo. Mirando su cadáver, recobré la razón. Y cuando, ya en mi juicio, cogí un día la corneta... (¡qué asombro!), me encontré con que no sabía tocarla.
¿Me pediréis ahora que os haga són para bailar?